viernes, 26 de noviembre de 2010

8. Para ser una bruja...

Para ser una bruja con malas intenciones, me paso de buena. Y es que viendo lo que todos los mortales tienen que sufrir, cualquiera siente una pizca, eso sí, sólo una pequeñísima pizca de ¿desprecio? ¿hartazgo? ¿aburrimiento? ¿Simpatía? ¡No!!!!!!!!!! Simpatía, no.
Veo con optimismo como todos se hacen trizas. ¡Lo sé! Yo estoy detrás de los pedazos y aprecio cuando la pedacería se multiplica.
Como buena bruja me deleito viendo las complicaciones en las que se enredan la mayoría de los mortales. Odian, aman poquito, muy poquito, se hunden en el egoísmo y la ambición desmedida y los que alcanzan a pudrirse en dinero, finalmente, se quejan de su horrible soledad. Aquellos frustrados que pasaron por la vida deseando lo que los exitosos tienen, finalmente, se quejan de su horrible soledad. Ese es el destino que la familia de las Brujildae tenemos preparado para todos ustedes. Jajaja.

Como habrán notado en las entregas anteriores, "La bella durmiente" en su peregrinar por este mundo de maquillaje se encontró conmigo. La gorda del cuento siguió mis recetas, se las comió y estuvo a punto de explotar. Y, tras la escritora y su amante, que se enredaron en una relación destructiva en la que la palabra plagio arrasó con cualquier posibilidad de entendiminto mutuo, encontrarán mis manos de uñas largas y difíciles, mis manos que mueven los hilos de todas las historias.

Quiero darles una muestra de mi conocimiento y poder sobre los mortales:
Si quieren reir y sufrir, si desean masturbarse mentalmente con historias que exponen a los seres humanos en su verdadera dimensión, les recomiendo:

Atrévanse a profundizar en la desoladora naturaleza humana. Atrévanse a encontrarme agazapada entre las sombras, burlándome de los despropósitos del mundo. Sean capaces de sonreir ante la imagen de su propia insignificancia. Soy yo, la bruja, la que los invita a leer.

Y para aquellos que buscan relatos cachondos, donde el erotismo tiña de rojo las hormonas del lector, debo desilusionarlos. "Soledad llorando: Historia de un relato" no es literatura erótica.