jueves, 24 de junio de 2010

5. Sin esperanza de volver


A mí también me duele: La Bruja
Vean:

http://www.youtube.com/watch?v=tZ9cNNhOvXg




He recibido muchas quejas de individuos que protestan por mis laberínticas, agudas y sesudas consideraciones. Según ellos, mi punto de vista sobre el ser humano es equivocado, prejuicioso, insidioso, intolerante, malvibroso y cargado de desprecio.
Siento haber dado esta imagen que es ajena a mi sentir. Mil disculpas. ¡Si yo considero a los seres humanos como parte importante de mi séquito! ¿Por qué los iba a despreciar? Son mis empleados. Mi poder se basa en la falta de definición que demuestran estos seres que vagan por el mundo a trompicones. Hoy se dedican en cuerpo y alma a destruir lo que ayer hicieron, o lo que hicieron otros, o lo que hizo la muy desairada madre naturaleza, a la que tratan como si fuera la madrastra de Blanca Nieves. Sin saberlo, todos ellos trabajan para mí, con esmero. Si algo tenemos las Brujildaes es que somos consistentes: derrochamos malas intenciones, pero siempre en contra de los demás.
Como bien saben, nuestros deseos son órdenes. En cuanto a mí, que no me caracterizo por mi buen carácter, he tenido logros considerables. He conseguido que las malas vibras se generalicen por doquier: aquí, en una casa, allá, en un país, y en todos los confines de la tierra. ¡Felicítenme! Soy muy eficiente. El grande se come al chico, el fuerte al débil, el rico al pobre. Y está bien, así debe ser. Pero el mal llamado género humano se pasa de mala onda cuando abusa del suelo que le da de comer, del agua que le da de beber y que los mantiene vivos. Eso, ni yo, ni ninguna de mis compañeras, lo haría. Nosotras mantenemos limpia la guarida; no permitimos bolsitas de plástico, platos deshechables, churrumais, botellas de refrescos, papelitos de comida chatarra en los rincones, ni cáscaras de plátano en las escaleras, ni chicles untados en la mesa, ni charcos de petróleo en la cama o en el botellón del agua. Y nosotras tenemos muchos recursos, nos las arreglaríamos aunque algo así de catastrófico sucediera en nuestro territorio. Pero, estos seres ignorantes que derraman millones de galones de petróleo y basura sobre el hermoso Golfo de México, sobre el agua que mantiene vivos a los animales que les dan de comer, son francamente inmorales, irresponsables y criminales. Por obtener riqueza, destruyen la verdadera riqueza que poseen: su mundo. Gente así, no me sirve ni a mí. Su necedad es tan aplastante, sus fechorías tan estremecedoras, que no serían dignos colaboradores de las brujildas. Hasta dentro del mundo del mal nos preocupamos por mantener un nivel. Rebajarse y caer en la ignominia no es aceptado en nuestro código de ética. Nosotras mantenemos la frente en alto. ¡Siempre! Hacemos el mal, pero no hacemos pendejadas.

Para que logren aquilatar la esencia de la naturaleza humana, quiero que conozcan a esta mujer que logró, con un gran esfuerzo, convertirse en isla. A base de romper puentes, destruir vínculos, dejar de ser para sólo tener, consiguió navegar sola por la inmensidad de la vida. ¡Bravo! Ya nadie le estorba, es la dueña absoluta de sus días, de sus noches, de sus cosas, de su tiempo, de su espacio, de sus devaluados pensamientos. Ella, como ninguna, fue capaz de seguir su sueño, de buscar las señales que la llevarían a la realización final del deseo. Conquistó lo que a muchos no les es dado: la soledad perfecta. La carencia absoluta en medio de la abundancia.
Y es que en la realización del deseo muchas veces suele irse muy lejos, pero sin esperanza de volver.